Escena final de El legado en los huesos
Alerta: spoiler
El final de la segunda película, que compone la trilogía, tiene un buen y feliz final. Pero antes, vamos a recordar la trama de la película completa para ponernos en contexto.
Los misterios vuelven a aterrar a Elizondo en forma de una serie de suicidios. Estos están conectados entre sí debido a que en todas las escenas de sus muertes aparece la palabra `tártalo´, un ser mitológico de la cultura vasca. El primer suicida aparece con una nota entre sus manos en las que está escrito el nombre de la inspectora Salazar. Esto inquieta mucho a Amaia y le hace querer saber el porqué de estos suicidios, al igual que en la primera película, no parará hasta averiguar el trasfondo de este misterio.
La madre de Amaia escapa del psiquiatra con la ayuda del doctor Saralegui. Amaia, junto a todo el cuerpo de policía y a sus hermanas, comienzan la búsqueda desesperada de su madre. No es que solo haya escapado, sino que también tiene a Ibai, el hijo de Amaia, para realizar rituales malignos.
Amaia encuentra a su madre y al doctor Saralegui con su hijo en los adentros de una cueva perdida en el bosque. Su instinto materno es muy fuerte y eso es lo que le lleva a encontrarlos rápidamente. La madre de Amaia tiene a Ibai en el suelo, en medio de una figura dibujada en el la tierra de la cueva. Es el inicio del ritual. En su mano sostiene un cuchillo para matar al niño y, más tarde, comérselo. Esta escena crea mucha tensión y angustia porque tal y como parece, da la impresión de que no hay solución y va a tener un final trágico. Sin embargo, cuando Amaia menciona el género del niño, a la madre le deja de interesar. Para el ritual era necesario una niña y no un niño. Eso es lo que salva la de vida de Ibai.
La escena está muy bien pensada para crear suspende y emoción. Está ambientada en una cueva con poca luz. Los personajes y el centro del ritual es lo único que está iluminado. Por lo que toda la atención está enfocada ahí, en la acción.
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