Recuerdo siendo pequeña, tendría aproximadamente ocho años, cuando vi por primera vez Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra (2003). Era verano y yo iba sentada en la parte de atrás del coche con un reproductor DVD portátil frente a mí, sobre la mesita reposa vasos. Íbamos rumbo a la playa a pasar unos días mientras yo veía al Capitán Jack Sparrow huir de su destino y a Elizabeth Swann encontrándose con el suyo.
Imagen de FilmaffinityPosteriormente otro verano, en la plaza del pueblo, varios niños y niñas inquietos en sus sillas de madera esperábamos la película de esa semana de cine de verano. Esta vez la película era Piratas del Caribe: El cofre del hombre muerto (2006).
Imagen de FilmaffinityTiempo después, posiblemente en verano, un viernes en nuestra casa cuando solíamos hacer noche de pizza y película. Nos sentábamos los cuatro en nuestros sitios del sofá y encendíamos la televisión para ver la película de la semana. Ese viernes en concreto echaban Piratas del Caribe: En el fin del mundo (2007).
Imagen de FilmaffinityEn 2011 estrenaron Piratas del Caribe: En mareas misteriosas y fui a verla al cine con mis amigas.
Imagen de FilmaffinityY en 2017 llegó al cine Piratas del Caribe: La venganza de Salazar, al igual que la anterior fui a verla al cine.
Imagen de FilmaffinityEsta saga me ha acompañado en gran parte de mi infancia y recuerdo que para carnaval siempre quería ir disfrazada de pirata y jugar a ser Elizabeth Swann. Los veranos se convirtieron en la estación del año perfecta para ver Piratas del Caribe. Y los eventos que requerían disfraces, la ocasión ideal para batirse en duelo con mis espadas de juguete.
El universo creado es emocionante y le acompaña una de las mejores bandas sonoras. Combina acción y aventuras con humor, incluso tiene un poco de romance. Por lo que es fácil que guste a un público extenso.
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